Por: María Guadalupe Hernández Jiménez
El olor que contienen las hojas de los libros siempre me ha gustado, es indescriptible el sentimiento que mantengo arraigado en mis fosas nasales, a pesar del paso del tiempo y junto a esta, el inevitable crecimiento y madurez que llega, solemos perder bastante la percepción de lo que nos rodea y dejamos de apreciar la belleza de la simpleza. Al crecer dejamos de leer cuentos infantiles, novelas juveniles, o datos curiosos que fascinan a los pequeños… en fin, dejamos de comprar el ticket de aquellos viajes al que nos llevan los libros en sus diversos escenarios, dejamos de ensoñar, descubrir y adentrarnos a los diversos lugares al que nos lleva la imaginación. Es un sentimiento bastante complicado el que tengo ahora, el hecho de saber que muy pocos jóvenes se acercan a la lectura, la escritura o al arte en general, siendo que tenemos la llama ardiente del conocimiento en nuestro interior; el arte permite conectarnos con las emociones, ideas, pensamientos a veces sin necesidad de palabras, por algo es bien sabido que trasciende las barreras del lenguaje. Tal vez ahora, carezco del tiempo para sentarme y leer un libro, pero intento en las oportunidades que permite la tecnología el seguir leyendo de manera digital. Para algunas personas no es lo mismo, pero es el hecho de evolucionar y permitirse seguir teniendo esa conexión con la pasión ferviente por la lectura, aunque siempre he preferido el olor de las hojas de los libros nuevos, y el color café en las hojas de los libros viejos. A pesar de que suele ser complejo tener el hábito de la lectura, con la constante práctica se puede lograr, suele haber siempre una condicional generacional de aprender de los mayores; sin embargo, con las nuevas generaciones se ha roto ese esquema, pues el cambio de patrones trae consigo la evolución, cualquier individuo es capaz de empezar con el ejemplo de comprar un libro nuevo, o uno que ya esté marcado en sus páginas las ideas de su anterior dueño, donde puede ser conseguido en algún bazar o de manera digital, quien sabe, tal vez unos pequeños ojos curiosos te están observando, para abrir la puerta que los llevará a explorar el arte y adentrarse a un mundo donde se conecte lo sublime y lo poético
