María Guadalupe Hernández Jiménez
El tintinear de las campanas del árbol de navidad es realmente divino, cuando lo escucho mi corazón se llena de gozo, tilín tilín, el carmín de la noche buena, me recuerda a los troncos flameantes de la chimenea, las luces me inspiran emoción, que hermoso día, que divino olor, el ponche de frutas alegra a mis seres queridos, y con gran atención se siente la buena vibra del hogar, el tintinear de mi emoción hace ruido en mi corazón, que hermoso día, que divino olor.
El verde pino refresca mi sentir, hace que me sienta llena de energía, la mezcla de olores y sabores hace que mi ser se vuelva cálido. ¿La estrella en lo alto donde estará? ¿Olvidada quizás? ¡Mentí! Estoy justo aquí viendo como decoras a detalle todo el lugar, ansiando la estrella poner al final, pero no solo tú, también estoy esperando que me coloques en la punta del frondoso pino que brilla sin cesar, siendo la principal un año más, que hermoso día, que hermoso color, me alegro compartir mi luminosidad.
Que hermoso día, que divino olor, una vez arriba anhelo ver la felicidad en tu rostro, siendo iluminado por mi resplandor, ¡oh! Alucino verlos reunidos, que emoción que gozo.
Que hermoso día, que calidez me transmite el lugar, las risas de niños resuenan en mi corazón, un año más, un año menos vuelvo a escuchar el tintinear de tu corazón.
“Los colores, los olores y las risas de los infantes son lo que alegran a mi corazón en esta navidad.”