Cronista Certificado, investigador, historiador y promotor cultural independiente.
Escritor con 67 libros publicados y con claros objetivos en el rescate, la promoción y difusión de las costumbres y tradiciones Tuxtlecas y Chiapanecas. Regresando en el tiempo, el hermoso valle donde actualmente se encuentra la gran metrópolis de Tuxtla Gutiérrez, estaba poblado por zoques. Durante los años 1486 y 1505, los aztecas invadieron la región y le nombraron en náhuatl: Tochtlán o “lugar de conejos”.
Vocablo que se convierte en Tuchtlán por los conquistadores y que finalmente aterriza en, Tuxtla. Por el 1560, los frailes dominicos, encabezados por fray Antonio de Pamplona, fundan el pueblo de San Marcos Evangelista Tuchtla, en la margen derecha del río de los Sabinos, hoy Sabinal. Era una aldea ubicada junto a “La Pochota”, una gran Ceiba que tristemente fue talada en 1871. Originalmente, contaba con 4 barrios: San Miguel, San Andrés, San Jacinto y Santo Domingo de Guzmán, teniendo como centro la parroquia de San Marcos Evangelista. Aunque en varias ocasiones, albergó la capital estatal, fue hasta el 11 de agosto de 1892 que por acciones del Gobernador del Estado don Emilio Rabasa, se convierte en la capital definitiva de Chiapas. Durante muchos años, Tuxtla Gutiérrez fue “La indita siempre bella, siempre joven… La niña provinciana del sureste”, tal como la llamó en su poema: “Canto a Tuxtla”, el inolvidable y siempre recordado cronista: Prof. Manuel de Jesús Martínez. Una multicultural ciudad que, hasta hace poco tiempo, gozaba de un aspecto pueblerino. Pero que luego de un proceso de modernización y de tres profundas transformaciones, en pocos años, adquiere el aspecto urbano de una moderna y pujante capital.