Mi nombre es Isabel Torres y soy madre de Cassandra Isabel Arias Torres, desaparecida el 17 de diciembre de 2022 en Berriozábal, Chiapas. Ese día celebrábamos mi boda, rodeados de familiares y amigos. La fiesta transcurría en paz hasta que, alrededor de las 8 de la noche, un grupo de hombres armados y encapuchados irrumpió en el lugar. Uno de ellos, fingiendo ser de la Fiscalía del Estado, ordenó que nos tiráramos al suelo y dejáramos nuestras pertenencias en las mesas. Al principio pensé que era una broma, pero la situación se volvió aterradora cuando comenzaron a golpear a los hombres y a despojarnos de nuestras carteras y celulares.Intenté proteger a mi hija de cinco años metiéndola debajo de mi vestido y nos escondimos bajo una mesa. Entre el caos, mi hija mayor, Cassandra, fue esposada y sacada a la fuerza junto con otros hombres. Mi nieto de cuatro años vio cómo se llevaban a su mamá con los brazos atados y la cabeza baja. En medio de la confusión, los encapuchados abandonaron a algunos hombres esposados en la entrada y se llevaron a Cassandra y otros tres hombres en camionetas blancas. Intentamos pedir ayuda. Llamamos al 911 y a la policía municipal, pero no hicieron nada. Después de una hora, llegaron la Guardia Nacional, la SEDENA, y otras fuerzas, pero solo se reían y no actuaron. Al día siguiente, uno de mis familiares y un músico fue liberados y me dijeron que Cassandra sería soltada en la noche. Un mensaje del presidente municipal me aseguró que mi hija estaba bien y que sería liberada en 15 días. Confié y esperé, pero los días pasaron sin noticias. Finalmente, decidí hacer la denuncia ante la Fiscalía, a pesar del miedo y las amenazas. La Fiscalía no hizo nada durante meses. Finalmente, supe que los policías encargados de investigar la desaparición de mi hija eran de Berriozábal, los mismos que podrían estar involucrados en su secuestro. La corrupción en Chiapas es evidente, y la justicia parece solo estar al alcance de los poderosos. Mi error fue no denunciar inmediatamente, lo cual dificultó la recuperación de grabaciones de seguridad cruciales. Mis días están llenos de angustia, esperando noticias, enfrentando llamadas de extorsión y amenazas. La situación ha afectado mi salud, mi vida familiar y económica. Dejar nuestro negocio y buscar trabajos temporales se ha vuelto una necesidad. La búsqueda de mi hija consume mi tiempo y energía, afectando mis relaciones y mi bienestar. Mi apoyo ha venido de la Colectiva Madres en Resistencia y otras organizaciones solidarias. La familia a menudo se aleja, pero he encontrado fuerza en la comunidad de madres que comparten mi dolor. A la sociedad le pido que alce la voz y no se quede callada. Si no buscamos a nuestros desaparecidos, nadie más lo hará. Nos enfrentamos a amenazas e intimidaciones, pero debemos continuar. Los colectivos nos ofrecen apoyo y nos ayudan a no sentirnos solas. Hago un llamado a la empatía y la acción. En Chiapas, la situación es grave, con más de 1300 personas desaparecidas. No podemos permitir que se olviden. Gritemos sus nombres, luchemos por justicia y recordemos que cada persona desaparecida es una familia rota.
CRÓNICA DE UNA DESAPARICIÓN FORZADA: ¡TE SEGUIMOS BUSCANDO CASSANDRA! 30 de Agosto – Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas
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