Maria Guadalupe Hernández Jiménez
El penetrante humo del incienso hace que reaccione al ahora… ¿Porque parece que acabo de despertar? Aunque sostengo en mis manos una pequeña vela, y mi nariz percibe la mezcla de incienso y cempasúchil, de una u otra forma pareciera que no estoy aquí.
Hice un espacio en mi corazón para que puedas descansar, para que tu recuerdo este conmigo siempre, por favor quédate un poco más, quiero que se queden todos los recuerdos, todos, hasta los que olvidé, las risas escandalosas, los cálidos abrazos, el cómo brillabas para mis ojos, y el cómo siempre había una mano amiga a mi lado.
El papel picado que baila con el viento frio de noviembre, es extrañamente reconfortante, el olor del dulce en la mesa, el café recién hecho, y tu foto en medio hace que sea nostálgico y ahora haces que mi corazón palpite y tenga un dolor agudo, casi como si se rompiera. Parece que fue ayer que comentabas que no querías recibir flores solo hasta que murieras, porque te recordaba a algo que leíste que “Después de muertos, sólo flores”
Suspiro con pesar o alivio, porque aunque desconocemos si abra un mañana, no quiero pasar el día con un sentimiento triste, y parece que me contradigo pero es confusa la aceptación del adiós, quiero revivir todas aquellas aventuras que disfrutábamos.
A pesar de que tengo miedo de olvidar todo, como tus manos, tu olor, tu cabello, tu sonrisa, aunque dicen que lo primero que se olvida es la voz, quiero aferrarme a todo aquello, al menos solo esta vez.
Porque es curioso como la vida y la muerte estan separadas por un suspiro, y es que pareciera que toda la vida solo tiene sentido cuando encuentras algo o alguien que nos ayude a disfrutarla. Y el despedirse por última vez es confuso para la mente o el corazón, quizás para ambos, para los que quedamos, tenemos la obligación de recordarlos y seguir por ellos
Recuerdos
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