Matza Maranto se define a sí misma como una apasionada de la vida y, en especial, de la palabra. Su amor por el lenguaje ha sido el hilo conductor de su formación personal y profesional, y ha guiado su trayectoria en el mundo de la cultura y las artes. Originaria de Ocozocoautla, mejor conocido como “Coita”, Matza ha permanecido fiel a su lugar de origen, a pesar de haber vivido en otras ciudades durante largos periodos. Para ella, Coita es un refugio, un lugar que representa la nostalgia, el amor, y la cercanía de una comunidad que conserva los lazos familiares y vecinales. Es un entorno donde las personas no solo son conocidas, sino que se convierten en parte de una extensa familia simbólica. Desde pequeña, Matza tuvo una relación especial con los libros. Aunque sus padres no se dedicaban al ámbito académico –su padre era dueño de un bar y un billar, y su madre ayudaba en los negocios familiares–, la presencia de enciclopedias y colecciones literarias en su hogar fomentó su curiosidad y amor por la lectura.
Estas enciclopedias, adquiridas de los llamados “viajeros”, vendedores que ofrecían libros a pagos accesibles, fueron un tesoro en su casa. Junto con el ambiente bohemio y musical que la rodeaba, estos libros despertaron en Matza una pasión inquebrantable por la literatura y la cultura. A lo largo de su infancia, se destacó no por ser la estudiante más aplicada, sino por su inquietud y curiosidad. La literatura, para ella, fue un acto de rebeldía en un entorno donde el deporte no la atraía. Aunque no corría “ni en defensa propia”, encontró en los juegos de mesa, como el ajedrez, una pasión que la llevó incluso a competir a nivel nacional. Su amor por los rompecabezas y los legos refleja su necesidad de concentración y de construir, no figura solo en sentido literal, sino también figurado. La de Matza Maranto está profundamente ligada a su identidad zoque, una comunidad indígena de Chiapas. Su nombre de nacimiento es Maritza, pero con el tiempo fue acortado a “Matza”, un término que, coincidentemente, significa “estrella” en zoque, lo que ella ha adoptado como una parte central de su identidad.
La literatura, la música y la vida bohemia se entrelazan en su vida, siendo elementos inseparables de su ser. Una de sus grandes pasiones es la piratería y los barcos. Durante un tiempo, vivió en Progreso, Yucatán, frente al mar, lo que le permitió sumergirse en lecturas sobre piratas y embarcaciones históricas. Este periodo la inspiró a escribir un poemario titulado Queen Anne’s Revenge, en referencia al barco del célebre pirata Barbanegra. Para Matza, la escritura no es solo un trabajo, sino un juego, una aventura que le permite disfrutar del proceso creativo. La poesía, lejos de ser un espacio de tristeza, es para ella una celebración de la vida. Además de su amor por los libros y el mar, Matza es una firme creyente en el poder transformador de la palabra. Ha enseñado cursos de literatura, incluyendo uno sobre literatura gastronómica, donde reflexionaba sobre la importancia de lo que se nombra.
Para ella, la palabra tiene el poder de crear o destruir realidades, y este entendimiento ha sido fundamental en su vida y en su trabajo. Matza Maranto es, actualmente, la Directora del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas. En los cinco años que lleva en el cargo, ha trabajado incansablemente por hacer que sus colaboradores se sientan a gusto y apasionados por su labor, convencida de que la cultura y el arte pueden provocar cambios profundos en las comunidades. Bajo su liderazgo, ha quedado claro que su administración es una de las más comprometidas, logrando transformaciones significativas tanto en el ámbito cultural como en el social. Matza no solo es una líder, sino una inspiración para quienes la rodean. Con su energía vital, su amor por la palabra y su dedicación a la cultura, ha demostrado que el arte no es un lujo, sino una herramienta esencial para el desarrollo y el bienestar de una sociedad.