Texto tomado de semblanza escrita por Sofía Mireles Gavito
El 16 de septiembre de 1930 nació una mujer ejemplar, creadora de los principales bailes folklóricos de Chiapas y fundadora del Ballet Folklórico de la UNACH en 1975. Además, fue actriz de teatro, actuando en varias obras, como “La Rebelión de los Colgados”, dirigida por su esposo Luis Alaminos Guerrero, con la cual obtuvieron el primer lugar en el X Concurso Nacional del INBA. Otra faceta de la profesora Martha Alaminos es que también fue escritora, publicando más de 20 cuentos en las revistas de la UNACH. Martha Arévalo nació en San Fernando, Chiapas, el 16 de septiembre de 1930. A la edad de seis años dejó su tierra para residir en la Ciudad de México, donde además de realizar sus estudios escolares, se dedicó a las artes, estudiando danza, música y teatro. Posteriormente, tras la muerte de su madre en 1950, su familia y ella se trasladaron a Nuevo Laredo, donde se sumergió aún más en la danza al dedicarse a la docencia. Fue entonces cuando decidió regresar a Chiapas, donde conoció a Luis Alaminos y comenzó a trabajar como maestra de danza en Bellas Artes en el ICACH (Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas) en 1954 y posteriormente en la UNACH. Creó aproximadamente 45 danzas folklóricas e investigó alrededor de 15 más. Las danzas autóctonas que sintetizó y adaptó a la escena incluyen: Rueda Mame, Poj Kol, La Encamisada, Margaritas, Gorriones o Zu-Zuk Etzé, Parachicos, Pastorcitos, Venadito, Tigre y Monito, Calabaceado y Tonguy-Etzé. Entre sus creaciones mestizas se encuentran: El Alcaraván, El Pirí, La Tortuga del Arenal, Palenque, El Cachito y el Rascapetate, La Maruncha, Sones de Ixtapa y Soyaló, Nic-Té, El Jabalí, El Niño Dormido, Caminito y Bolonchón, Ecos del Grijalva, El Llorón, La Tonalteca, El Gallito, Sones Chiapanecos, El Riíto, Zapateado del Padre Rubén, El Pañuelo Rojo, entre otros. Observaba los bailes, las actitudes corporales y la manera de sentir de la gente del pueblo; escuchando sus historias, encontraba inspiración para sus creaciones. En cuanto a la investigación, Arévalo recorría los pueblos junto con un antropólogo, buscando danzas. La primera danza que creó fue “El Pirí”, inspirada en un pleito en Terán, cuando su esposo y ella fueron a una fiesta popular para observar las actitudes corporales. Martha Alaminos contaba: “…entró una muchacha al baile, con mucho garbo, y detrás de ella venía un joven; estaban discutiendo porque ella le pegaba con la punta del rebozo. Por fin la convenció y la marimba tocó y se pusieron a bailar los dos; entonces me acerqué a ver cuáles eran los pasos que hacían, pero ella se enojó mucho porque pensó que estaba coqueteando, y me gritó: ‘¿Y vos qué hacés aquí, qué estás mirando?’ y entonces, se me vino encima y corrí donde estaba mi marido y ya él le explicó”. Así salió el baile: dos mujeres peleándose por el mismo hombre y al final él termina bailando con las dos. Martha Alaminos decía que el bailable donde ella se veía retratada era “El Alcaraván”: “lo hice especialmente para mí, porque yo soy el alcaraván. Si yo fuera alcaravana, así amaría yo, con esa sensualidad, con ese amor, con esa ternura, si fuera un pájaro alcaraván”. En el aspecto docente, fue fundadora de diversas compañías y colaboradora como maestra huésped en cursos de verano para chicanos en la Trinity University de San Antonio, Texas. Fue jefa del Departamento de Danza en la UNACH. Recorrió casi todo el país con sus danzas y viajó a Panamá y Guatemala. Trabajó en la residencia oficial “Los Pinos” cerca de cuatro meses con la Sra. Esther Zuno de Echeverría, como maestra del grupo de danza presidencial “Las Palomas”. Estuvo 20 años colaborando con Amalia Hernández.