Un niño prodigio es un individuo joven que demuestra un talento excepcional o habilidades extraordinarias en un campo específico, como la música, las matemáticas, las artes visuales o la ciencia, a una edad temprana. Estos niños suelen destacarse por su capacidad para comprender conceptos avanzados o realizar proezas que están muy por encima del promedio para su grupo de edad. Su talento sobresaliente a menudo se manifiesta en una variedad de áreas, y su capacidad para sobresalir suele ser innata o desarrollada a una edad muy temprana, sin la necesidad de una formación extensa.
Michelle Arellano Guillén, una niña genio de 9 años de edad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en el sureste de México, está desafiando los límites académicos al prepararse para ingresar a la universidad y estudiar medicina. Aunque sueña con ser actriz y bióloga marina, su ambición no tiene límites: aspira a encontrar la cura para el cáncer y desarrollar un programa para ayudar a los niños con autismo. Con un coeficiente intelectual de 158, Michelle es parte del millón de niños superdotados en México, según el Centro de Atención al Talento (CEDAT). Inspirada por sus padres, ambos médicos cirujanos, Michelle ya asiste en el quirófano, soñando con seguir sus pasos y salvar vidas.
Originaria de Los Altos de Chiapas, la joven Xóchitl Guadalupe Cruz López no solo juega como cualquier niña de su edad, sino que también dedica su tiempo a resolver problemas en su comunidad. Su innovación, un calentador solar de bajo costo hecho con materiales reciclados, ha ayudado a combatir la falta de agua caliente en su área, previniendo enfermedades respiratorias en personas de bajos recursos. Reconocida por el Instituto de Ciencia Nuclear de la UNAM y la revista Time, Xóchitl se ha destacado como una de los siete jóvenes inventores con una visión destacada del mundo. Su compromiso social se refleja en la instalación de calentadores durante la pandemia y en su participación en el podcast “Chispas”